Tiene una evolución bastante complicada, pues llegó al español a través de la palabra neolatina chimica: "química", forma femenina del adjetivo chimicus: "relativo a la química", proveniente, a su vez, del adjetivo alchimicus, creado en el latín medieval para calificar las cosas propias o relativas a la alquimia (alchimia), que era una técnica de la época mediante la cual se pretendía la transformación de algunos metales comunes en oro.
La palabra alquimia deriva del árabe al-kimiyá: "la piedra filosofal", formada a partir de al-: "el", "la" y de kimiyá: "piedra filosofal" (Esta piedra era una sustancia misteriosa que buscaban los alquimistas por creer que con ella convertirían en oro los metales ordinarios y, además, curarían las enfermedades y prolongarían la vida).